La Enfermera o la Enfermedad
A Sexual Fantasy
Todavía estaba un poco descolocada, todo había sucedido rápido, muy rápido. Un par de días antes un escueto mensaje: 'estoy ingresado en el hospital, no es grave, no te preocupes'. Pero ahí me hallaba, en una pequeña habitación de un antiguo y solitario hospital, en pleno mes de agosto.
Intentaba ayudar, en algo, cualquier cosa, para sentirme útil, por eso cuando su madre me dijo: 'hija, vamos a mirar la ropa que tiene sucia en la maleta y asi me la llevo y se la lavo toda esta noche', me pareció una buenísima idea!. Ella iba sacando las camisetas una a una, y oliéndolas, como sólo una madre puede hacer. Y en un acto mecánico, cuando me pasó la primera, me la eché a la nariz sin pensarlo. En ese momento, todo el recuerdo de su olor me azotó en la cara, como la arena de la playa lo hace en los días de viento de levante. Me quedé quieta, sin moverme, pero entonces me pasó la segunda, y como una drogadicta, me la llevé a la nariz. Ella me decía inocentemente: 'yo creo que ésta también', y yo asentía, intentando aparentar una fría tranquilidad. Una vez terminadas las camisetas, llegó el momento de los calzoncillos. Entonces la madre sólo los extendía y mirándolos con ojos inspectores, iba clasificándolos en dos montones: los sucios y los limpios. Una trivial interrupción, permitió que me quedara a solas con la futura colada... aquel tesoro para mí, aquella droga tan codiciada. Entonces la tentación se abrió, y mi brazo se extendió para capturar alguno de aquellos calzoncillos olvidados. Mi mano sin voluntad, lo acercó a mi cara, y mi nariz inspiró lentamente concentrada. Cerré los ojos, mientras ese olor con vida propia me iba haciendo el amor mientras pasaba a través de mi cuerpo. Un instante más tarde, tan sólo unos segundos, la realidad volvió. Solté la prenda prohibida, y ayudé a meter la colada en las bolsas, como si nada hubiera pasado, un paréntesis perdido... aunque mis bragas mojadas y mis muslos temblorosos, bien dijeran otra cosa.
'Niña, estás bien?pareces acalorada...vete a beber algo, no vayas a marearte con este calor'.
Everything was still a bit out of place, everything had happened fast, very fast. A couple of days before I had received brief message "I've been admitted to hospital, it's not serious, don't worry". But there I was, in a small room in an old and lonely hospital, in the middle of August.
I tried to help with something, anything, to feel useful, that's why when his mother said to me "sweetheart, let's see if there are dirty clothes in the suitcase that I can take home and wash tonight", to me it seemed like a great idea. She was pulling out the t-shirts one by one and smelling them, as only a mother can do. And without thinking, I picked up the first one I saw and held it to my nose. At that moment all the memory of its smell struck me in the face, as the sand of a beach does in the days of the rising wind. I stood still, not moving, but then I picked up another and like a drug addict, held it to my nose as well. His mother said innocently "I believe this one needs washing too" and I nodded, trying to look cool. Once the shirts were finished, it was time for the underpants. His mother stretched them out and looked at them with inspecting eyes, categorizing them into two piles: dirty and clean. A trivial interruption allowed me to be alone with the unwashed pile... what a treasure for me, that coveted drug. Then the temptation overcame me and my arm reached out to grab some of those forgotten underpants. Without even thinking my hand brought it to my face and my nose slowly inhaled. I closed my eyes while that scent made love to me as it passed through my body. A moment later, just a few seconds, reality returned. I released the forbidden garment and helped put the laundry into bags, as if nothing had happened, a lost parenthesis ... although my wet panties and my trembling thighs said another thing.
"Are you alright? You look hot... go get something to drink, don't go dizzy with this heat."
Rating
0.0 out of 5
0 ratings, 0 reviews