La siesta

A Sexual Fantasy

— By belle80

No puedo olvidar nuestros encuentros, esa etapa de mi vida en que follar con él era lo único y lo mejor de todo.
Nos encontrábamos los jueves por la tarde cuando él tenía fiesta. Comíamos juntos y con la siesta venía siempre una serie de manoseos con la ropa a medio bajar, con las medias a media pierna y finalmente el vaivén silencioso y lento del sexo a escondidas. Siempre me frenaba porque yo me volvía loca.

A veces teníamos sexo de pie contra la puerta de su armario. Ese armario medio vacío, con la ropa perfectamente planchada, hasta la última camiseta.
Y yo de pie contra el armario y él delante de mí, desnudo. Ese desnudo moreno y perfecto. Ese culo redondo, grande y perfecto. Su sonrisa. Y qué decir de la protagonista... Siempre hermosa, rosada, tersa. Suya.

Ya no recuerdo lo más importante, sus besos, sus manos, lo que era sentirle.

A veces quisiera no saber que existe el deseo como le deseaba a él, hasta el último ápice de su piel y sus entrañas. Saber que existe el sexo sin ningún limite y solo con él. Poder reinventarse sin ningún esfuerzo. Poder lamer cada rincón de él, beber de él y llegar a un orgasmo que aún ahora me hace gritar su nombre.