Hoy haré lo que yo quiero

Y entonces, teniéndolo allí, atado a la silla con una cuerda y totalmente expuesto a mí, decidí que ese hombre experimentaría todo el placer que mi boca y yo pudiésemos proporcionarle. Le tapé los ojos y saqué una pinza vibradora.
Me la llevé a la boca, la chupé y la encendí. Lo miré y me excitó verlo tan duro sin haberle tocado. Yo ya lo iba notando en mis bragas. Le besé suave y me centré en su entrepierna. Pasé la pinza húmeda por el glande varias veces y noté en su cara un atisbo de sonrisa, que me decía que eso le estaba gustando. Escupí sobre su miembro duro y volví a pasar la pinza desde la base hasta la punta, viendo cómo chorreaba, varias veces hasta que noté que estaba listo para lo que quería.
Me acerqué a besarle. Le metí la lengua con ganas y le hice gemir.
Entonces me abrí de piernas y me acerqué a la silla. Me senté sobre su regazo, agarré su polla y me la coloqué en mi clítoris. Allí estaba esa erección deseándome y yo desesperada por usarla para correrme. Yo estaba tan lubricada que su miembro se deslizaba alante y atrás igual que mis caderas embestían su cuerpo sobre la silla. Él gemía y yo le besaba. Poco a poco fui acelerando el ritmo y él los gemidos. Mi respiración se iba acortando y mi clítoris se estaba estremeciendo cada vez más sobre el roce de su polla, anunciando que el orgasmo era inminente. Dí una última sacudida y estallé en un orgasmo brutal. Lo besé con pasión y bajé de la silla a tientas, aquel orgasmo me había sacudido hasta las piernas.
Le quité la venda de los ojos y me puse de rodillas frente a él. Quería que me viera allí, sometida a su presencia incluso teniéndolo atado. Acerqué mi lengua a la punta de su polla. Dí una lamida y un beso. Adoro besarle la polla. Bajé y pasé mi lengua por sus testículos, recorriendo todo su miembro. Sin pensarlo, metí toda su polla en mi boca hasta donde la garganta me lo permitió. Lo notaba acercarse al orgasmo y yo aceleré. En su último gemido, soltó un grito grutural que me llenó la boca de semen. Me tragué su corrida y acabé dándole todos los besos que me daba la gana.