VEN A VERME. VIVO EN EL 3A.

A Sexual Fantasy

— By Celine

Vivo en el 3ºA. Sola. Un edificio antiguo, de esos viejos de Madrid con bonitos balcones, contraventanas de madera y sin ascensor.
Cada día, cuando vuelvo de la editorial o de la compra, paso por los primeros pisos camino de casa. Y me cruzo con los vecinos. Con dos en concreto me encanta encontrarme. En el 1ºA vive un chico de treinta y pocos, mulato, bíceps marcados y labios carnosos, probablemente latinoamericano, no sé si brasileño, venezolano... apenas hemos intercambiado algún saludo. Con la mirada nos decimos más. En el 2ºB vive un hombre de cuarenta, barba de dos días, fotógrafo, creo (siempre va con cámaras y trípodes a cuestas), español. Me ayuda alguna vez a subir las bolsas.
Los deseo. A los dos. Pero no me atrevo a insinuarles nada.
Hoy se me ocurre una idea loca. Hago dos copias de mi llave y escribo dos mensajes, idénticos: Ven a verme. 3A. Los meto en sobres, junto con la llave, y deslizo cada uno por debajo de una puerta. Es viernes.
Ha pasado una semana, y nada. Es sábado por la mañana y duermo plácidamente mientras los rayos del sol y una ligera brisa entran por la ventana. Fuera, en el rellano, dos hombres se encuentran ante mi puerta. Ambos llevan en las manos un sobre, una llave, un mensaje. Dudan. Se miran, embarazados. Miran hacia la puerta. Se sonríen. ¿Por qué no?
Cuando entran, sigo durmiendo. Estoy desnuda, cubierta por una sábana azul. Mis vecinos se quedan en el umbral, respirando trabajosamente y con la vista fija en mi pelo revuelto. Charly, el treintañero, toma la iniciativa: se acerca, se sienta en la cama con cuidado y me observa de cerca. Luego tira con lentitud de una esquina de la sábana, que se desliza por mi cuerpo hasta mostrarlo, suave y pálido. Víctor, el fotógrafo, nota que su polla se endurece.
Charly me acaricia con la punta de sus dedos. Víctor se recuesta a mi lado y respira en mi nuca. Uno se atreve a pasarme la lengua por un pezón. El otro es más valiente: separa mis piernas con delicadeza y empieza a besarme el coño hasta que emerjo de mi sueño para entrar en otro mejor.