Una experiencia TRANScendental

A Sexual Fantasy

— By MariaAgrado

Hay una persona en la mesa frente a mí. Tiene el pelo rizado, ojos vivos, tacones lejanos y labios rojos. Hay algo en esta criatura que me despierta curiosidad. No estoy segura de su sexo. ¿Hombre? ¿Mujer?
Empiezo a mirarla con curiosidad y al mismo tiempo con miedo, porque esta incertidumbre me desestabiliza. Sus gestos son amplios, teatrales, llenos de sensualidad. No puedo apartar la mirada y sigo todos sus movimientos. Ella ha percibido las miradas y también ha entendido que son miradas de curiosidad, una curiosidad casi de niña. Después de algunos minutos se levanta, atraviesa las mesas del café y se acerca a mí. «Dios mío, ahora vendrá a decirme que pare de mirarla» pienso. «Puedo sentarme?» me dice señalando la silla. Asiento y enseguida le pido disculpas por haberla observado tan insistentemente. Ella dice que mis ojos no la molestaban. Inmediatamente entre nosotras se crea una conexión particular, tanto que la invito a mi casa para terminar la noche con otro vino. Cuando llegamos a casa puedo notar mejor su cuerpo y mi atención se para a la altura del sexo. Con una expresión de “la que sabe” me responde a la pregunta que desde el principio yo me estaba haciendo: «Sí nena, lo tengo». Me encuentro bastante a gusto para decirle que me gustaría verla desnuda. La mujer, sin decir nada, comienza a desnudarse apoyando lentamente todas sus ropas sobre mi sillón. Aquí está, en frente de mí. Su cuerpo es la cosa más rara y excitante que nunca he visto en mi vida. La combinación tetas-polla era una utopía que ahora es realidad. Sin pensarlo más me acerco y mientras me agacho, con la mano izquierda cojo su polla y la conduzco a la boca y con la derecha toco sus tetas, así puedo sentir la materialidad de mi sueño. ¡Al momento de la penetración estoy tan mojada que me parece estar en una piscina! Se pone detrás de mí acariciándome el coño, como para prepararlo para el sexo. La follada es brutal, animal, pero es suficiente ladear la cabeza y contemplar su cara de mujer para suavizarla y alcanzar el equilibrio perfecto.