Tócate. Me toco.

A Sexual Fantasy

— By leheme

Hola, ¿estás sola?
Sí, ¿quiéres venir?
Voy para allá pero espérame desnuda.
Lo haré, te dejo la llave donde siempre, simplemente desnúdate y entra en mi habitación.
Ok, ten una silla en tu cuarto para sentarme frente a ti, llenarme de tu imagen y respirar tu aire.
Perfecto, yo sólo me recostaré un poco hacia atrás para darte mejor perspectiva.
Avísame cuando estés lista, no quiero llegar antes.
Entro a ducharme con el agua tibia que recorre en hilos mi espalda y chorrea en las cuevas que te quieren adentro.
No sigas, en este tráfico infernal me invitas a cerrar los ojos y calmar al gigante que palpita dentro de mi pantalón.
Ya salí, barnicé mi cuerpo para ti.
Tócate.
Me toco.
Ya estás mojada?
Sí. Y tú ya estás enorme?
Totalmente. Estoy cerca, busca tu juguete.
Ya lo tengo a mi lado, ¿Quiéres que juegue y encontrame así?
Sí.

Está recostada, lleva una camisa sin abotonar y de fondo el sonido casi imperceptible del juguete que roza sus muslos y su entrepierna. Él se sienta en la silla con potentes latidos en todo su cuerpo, dispuesto a ver y ser visto. Ella se enfoca en él. Moja sus dedos en todas partes, frotan, aprietan, pellizcan, él mientras tanto la mira y se mira a si mismo, robusto, duro, caliente. Se sincroniza con ella, arriba y abajo, acompasadas embestidas. Sus lenguas desean saltar como peces moribundos en busca de los fluidos que dan vida. Están al borde del extasis como para oir que alguien llega, camina hasta la puerta abierta y los encuentra entre gemidos y palabras susurradas. Ambos voltean y la ven en la puerta pero no pueden detenerse. Él se levanta y continúa, mientras ella en la cama usa sus dos manos para darse el infinito placer. Van a gritar. En la puerta ella, la room mate, suelta las llaves y su cartera al piso, libera su cabello y se toca los pechos, los aprieta y su cintura se mueve de manera inconsciente. Él se toca el culo para llegar en una parábola blanca y espesa, ella en la cama se arquea e inunda la habitación. La otra, en la puerta de cuclillas, termina cabalgando sobre sus dedos mojados.