por fin libre de barreras

A Sexual Fantasy

— By blueberries

Volvemos a mi casa caminando. Después de pasar la tarde paseando en las bicicletas, hemos decidido que ya era suficiente. Charlamos de cosas intrascendentes.
A escasos metros de mi portal hay una pareja comiéndose a besos de tal manera que es imposible distinguir sus bocas o sus brazos. Yo los miro de reojo y no puedo evitar sonreír. Elena me mira y se muerde el labio.
Calladas, subimos en el ascensor con las bicis a los lados y nosotras en medio. Cuando llega-mos al tercer piso mi mano derecha busca su muslo izquierdo. Su respiración se vuelve pro-funda y lenta. Sin mirarla, me coloco detrás, comienzo a besar su nuca y lo combino con sua-ves lametones a su oreja. Mis manos están dentro de su camiseta acariciando sus pechos. ¡Dios, me sobra toda esta ropa!
Cuando estoy a punto de llegar a su pantalón, las puertas se abren y nos encontramos con la mirada de mi vecino, que solo acierta a salir despavorido. Estamos tan mojadas que salir del ascensor y recorrer el pasillo hasta mi piso se convierte en una tortura.
Abro la puerta, y sin mediar palabra, Elena cierra de una patada y me empuja contra la pared. Nos besamos como si fuera lo único que importa. Me quita la camiseta y el sujetador al mismo tiempo y descubre mis pezones apuntándola. Aprovecho su mirada lasciva para quitarle su camiseta e intentarlo con el sostén pero retira mis manos hacia la pared y empieza a comerme los pechos. Noto sus manos entre mis muslos, comprueba mi humedad a través de la tela del pantalón y, con la mejor de sus sonrisas, baja por mi estómago hasta quedarse arrodillada frente a mí. Me quita los pantalones y, como si me torturara, muy lentamente, me quita también las bragas mientras me besa los muslos.
Ahora, por fin libre de barreras, noto su lengua en mis labios, recorriéndolos a fondo, mien-tras sus dedos entran y salen de mi cuerpo con un ritmo maravilloso. Mi clítoris está listo para recibir toda la atención y lo sabe. El contacto con su lengua es suave y prolongado y casi provoca que se me doblen las rodillas. No voy a soportar esto de pie.