Paraje natural de la lujuria

A Sexual Fantasy

— By Lisbeth_1980

Es octubre pero aún hace buen tiempo para ir a la playa. Hoy elijo un paraje natural, las Dunas de Corrubedo. Para llegar hasta el mar hay que andar 15 minutos pero la recompensa vale la pena. Un mar hermoso, la laguna, las gaviotas... y una enorme playa absolutamente desierta. Algo llama mi atención, a lo lejos aparece gente. Es una pareja, chico y chica. Van agarrados de la mano y yo solo deseo que desaparezcan de una vez y que no enturbien mi momento de paz y sosiego.
Sin embargo, su trayectoria se dirige a mí. ¿será posible? Noto la sombra de las figuras de ambos justo sobre mí. Levanto la mirada pero ellos no dicen nada, simplemente me miran. El chico se separa un poco de nosotras y mira la situación con una sonrisa pícara en los labios. Qué significa esto? Ella, con la mirada lujuriosa y sin dejar de clavarme la vista, se agacha y acerca su boca a mi oído para preguntarme si les acompaño. Un nudo en el estómago, miedo, vértigo… y ganas locas! No debería hablar con desconocidos y menos si son mayoría pero mi naturaleza sexualmente voraz de nuevas experiencias me puede. Recojo mis cosas y les sigo mientras se dirigen hacia unas dunas con algo de vegetación a salvo de posibles miradas indiscretas. Despliego mi toalla para acoger la orgía que se me viene encima y me siento esperando que alguno de ellos tome la iniciativa. El chico parece que va a ser un mero espectador y la chica la que se acerca a mí decidida.
Sin saber cómo me encuentro besándome con esa mujer de forma apasionada, casi descontrolada y la ropa empieza a desaparecer de nuestra piel. Más tarde, el chico pide permiso con la mirada para acariciar mi cuerpo. Yo me dejo llevar con ambos. Juegan conmigo, soy su objeto de placer y esa sensación me encanta. El cielo azul, los rayos cálidos y mi cuerpo totalmente desnudo en un lugar público; el miedo a ser descubierta. Ellos dos mantienen la calma, es como si les diese absolutamente igual y a mí eso me pone aún más.
El paraíso se acaba. Nos separamos de la misma forma en que nos juntamos, en silencio.