sigilosamente, cogí la cámara de vídeo

A Sexual Fantasy

— By eochaid

Estábamos en un céntrico hotel en la ciudad de Bilbao. Una habitación con cama doble, mesillas laterales, mueble escritorio y televisión. El cuarto de baño estaba junto a la entrada, una mampara de cristal opaco con puerta corrediza lo separaba del resto de la habitación. Al fondo, una bañera, a la izquierda, una ducha hidromasaje.
Mi sorpresa llegó cuando, estando yo desempacando, mi mujer entró en el baño, corrió la puerta y encendió la luz. Desde afuera se podía ver todo el interior de la estancia. Cuando salió hice una prueba. Entré en el baño. Desde dentro no podía ver nada de lo que ocurría afuera.
Entonces me asaltó una idea y me preparé.
A la mañana siguiente, mi mujer salío de la cama antes que yo, entró en el baño, se desnudó y se introdujo en la ducha. Yo me levanté sigilosamente, cogí la cámara de vídeo, que había preparado la noche anterior, y me planté delante del cristal con la cámara encendida.
Las piernas y las manos me temblaban, por el nerviosismo y la excitación, mientras mis ojos y la cámara recorrían el esplendor de su cuerpo mientras era castigado por los chorros humenates de la ducha. Sus manos dejaban un camino de espuma en sus curvas, desde la cabeza y el largo cuello, descendiendo parsimoniosas sobre los senos hasta la cintura y el monte de venus, donde se detenían levemente, antes de continuar por las largas y tonificadas piernas.
Ella se giraba una y otra vez, mostrándome, mostrándonos, su desnudez, cuyo recuerdo estaba inmortalizando para siempre. Los pechos pequeños y firmes, atracción letal de mi lívido, la suave curva del estómago, las firmes caderas, las nalgas perfectas, el monte de mi deseo.
Mi cuerpo no lo pudo soportar más y tuve un orgasmo espontáneo. Justo a tiempo porque ella estaba terminando.
Apagué la cámara, corrí con sigilo hasta la cama y me introduje dentro intentando controlar la respiración.
Cuando salió yo daba la imagen de estar en el más plácido de los sueños.