En la peluquería

A Sexual Fantasy

— By Espidifen

Cada vez que voy a cortarme el pelo, me pongo cardíaco.
En la peluquería trabajan cuatro chicas, todas veinteañeras. Se visten todas con el mismo conjunto, un vestido sencillo, estampado a lo vintage, bastante corto, con las piernas al aire, y unos zapatos tipo inglés de ante gris, de esos como con agujeritos en plan Oxford, que les sientan de maravilla. Están todas preciosas, cada una con su estilo y su morbo particular. Sueño con cerrar la persiana de la tienda y tener una fiesta con las cuatro a la vez.

Carolina, la que dirige el local, es morena, delgada, media melena, no muy alta, se pinta los labios muy rojos y tiene una sonrisa que te fundes. Me encanta cuando se pone detrás mío, me acerca la bata y me pasa el cinturón. Huele tan bien... lo que yo quisiera sería quitarle el vestido a tirones, enrollarla desnuda dentro de la bata y follármela allí mismo. Sin preámbulos. Sin contemplaciones. En plan animal, encima del mostrador. Pero sin quitarle los preciosos zapatos.

En vez de eso, me siento obedientemente en la butaca.

Me revuelve el pelo y me pregunta:

- Cómo lo hacemos hoy?
- Como animales ansiosos! Pienso yo

Y digo: Corto por los lados, Carolina

- Bien

Se da la vuelta, toma el taburete y se sienta a mi izquierda. Veo en el espejo sus muslos entreabiertos para colocarse bien cerca de mí y se me pone la polla como una piedra. Menos mal que la bata disimula.

Se acerca Yasmina, una belleza de rasgos ligeramente musulmanes, morena, altísima, con unos brazos y unas piernas fibradas, tostadas y larguísimas que dejan el borde del vestido bien arriba. Tiene los ojos de un negro profundo, y los lleva pintados con línea de sombra negra, ancha, estilo Amy Winehouse. Cómo me gusta.

Sus labios son gruesos, mullidos, cálidos, los visualizo subiendo y bajando por mi polla, salivándola, mientras unas gotas se escurren por sus comisuras.

Se acerca, pone su mano en mi hombro, se agacha, sus enormes y fabulosas tetas estiran del vestido hacia abajo. El vestido aguanta, mostrándome su escote infinito...