chicle de Plátano

A Sexual Fantasy

— By emiliano

El tren como cada mañana venía a tope, ese día mientras esperaba estaba medio dormido y tratando de no pensar que cogería un vagón lleno de gente, siempre he sido muy receptivo a los olores y la idea de tener que soportar olores de gente mal aseada alientos de bocas recién despertadas durante una hora y cuarenta y cinco no era para nada agradable, por ello cada vez que me encuentro en una situación como esa, me desconecto no pienso y me abstraigo, esa mañana me subí al último vagón que como nunca lo encontré casi vacío, mi cara cambio por arte de magia se volvió sonriente. Elegí un asiento junto a la ventana el sol estaba saliendo y me calentaba la cara contra la ventana cerré los ojos y aspiré profundo se metió a mis pulmones un olor a chicle de Plátano, siempre me ha encantado ese sabor enseguida me vuelve a la infancia y no se porque me conecta con algo sexual, me provoca un temblor debajo de los testículos que me estremece y luego me empalmo, comencé a oler el aire y a buscar de donde venía era de una chica al final del vagón masticaba feliz su chicle y sonreía, tenía los labios rojísimos y su piel pálida resaltaba, la mire y se rió sin pudor, sin controlarme me fui hasta ella y me senté enfrente siguió sonriendo mientras jugaba con un dedo estirando y sacando el chicle de la boca, quieres me dijo; sabía o adivinaba que todo ello me ponía a cien, sin decir palabra cogí el chicle de se boca con mi boca, ella apoyo su mano sobre mi paquete lo cogió fuerte y lo apretó me miro sería y volvió a sonreír al mismo tiempo me abrió sus piernas invitándome a que le metiera mano era un lugar publico me mis deseo eran animales incontrolables sentía un deseo potente le metió la mano entre la falda mientras ella me soplaba sobre los labios para que sintieran el olor al chicle de Plátano mis dedos separaron sus bragas y encontraron unos labios húmedos que sirvieron para lubricar el clítoris de aquella chica mientras la hacía acabar yo me corría dentro de mis pantalones nos despedimos en el andén mientras caminaba tembloroso y mareado.